Símbolo de lo más profundo de nuestro ser, la cultura taurina representa la escenificación de un arte; más por su belleza y limitada comprensión, solo el más sensible de los sentidos puede verdaderamente estar capacitado para su reflexión.
Que la cultura mediterránea y el toro conformen la más noble de las uniones, nadie lo discute. Por todo ello, el toro, su muerte y el coso están íntimamente ligados a la arquitectura urbana sobre todo desde época del rey Fernando VII. Las plazas, los monumentos, los edificios, mesones, rotondas y parques entre otros, son lugares donde lo taurino está de manifiesto y dotan de belleza entramados urbanos que se convierten en “tipiquismo” autóctonos y locales.
Sin lugar a duda, las plazas o cosos taurinos, son uno de los elementos característicos en las ciudades sobre todo españolas. Por sus formas, corresponden a la herencia latina del anfiteatro, ese edificio público de época romana que era símbolo de poder, centralidad y popularidad.
La construcción de la Plaza, abarca el entorno urbanístico donde se desarrolla, por ese motivo corresponden a lugares singulares (en aquellas de más antiguedad) y en lugares de ampliación. Esto transforma una forma de ver el espacio, pasando de un entorno no apreciativo a un entorno característico y singular cargados en ocasiones del elemento de la estatuaria para asentar más el impacto cultural al visitante. Junto a este significado, el cultural glorifica a este tipo de edificios, por ese motivo, durante los siglos XVIII, XIX, XX y XXI se realizaron multitud de plazas por todas las villas y ciudades españolas, siendo la monarquía la más interesada en su patrocinio.
El entorno en estas construcciones se convierte en el principal diseño, ya que será el hall de aquellos viandantes, visitantes y ciudadanos que se benefician de un edificio de este porte. Ya no solo representa la cultura arquitectónica taurina a lo viejo y anacrónico, sino que se convierte en baluarte de modernidad y vanguardia. Las nuevas construcciones están simultaneando la caultura taurina con auditorios, teatros y centros culturales, centrándose así en vilcular los toros más aun con una cultura más normalizada y de mayor concenso popular. La utilización de nuevos elementos como el metal, el vidrio, el acero, la cerámica... constituyen nuevos enfoques a la realidad figurativa de un lugar donde convertir a la cultura taurina en el centro, nunca mejor dicho, del resto de las culturas.
Pero lo que realmente hace bello este estilo arquitectónico son una serie de elementos ligados a esta cultura tan nuestra. Las luces, las sombras, los colores y las siluetas, son realmente lo que necesita el arquitecto a modo de musa para vislumbrar el diseño perfecto, y crear un todo al más puro estilo, como diría uno de los grandes: "...del son, la sal y el sol".
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